Tren a Kaohsiung

Tren a Kaohsiung

Voy a dejar a Taipei en pausa, que hay que hablar de otras ciudades. Mis maletas que pisaron el aeropuerto se quedaron en mi nueva casa, había llegado el momento de cambiarlas por la mochila de montaña.

Quedaban 7 días para recorrer Taiwán antes de sumergirme profundamente en el estudio, 7 días para conocer qué había más allá de la capital, para descubrir paisajes que no fueran las cada vez más familiares calles de Taipei. 7 días para abrirse a todo lo que la isla quería enseñar a quien la recorriese por primera vez.

Dirección suroeste: billete de tren a Kaohsiung 高雄 listo, sólo faltaba imprimirlo. ¿Dónde? ¿En la taquilla de la estación? No, esto vamos a hacerlo bien, a la taiwanesa. En el 7-eleven, el lugar donde toda necesidad de última hora es bienvenida y bien cubierta. Bendito 7-eleven, menos mal que existes para hacernos la vida más fácil y más a mano. Algo me decía que si de esa tienda 24h podían salir billetes de tren exactamente iguales que los de la estación, esa no iba a ser la primera y última vez que el siete y el once me salvasen la vida. Había que ir aprendiendo sobre las bondades de esta convenience store, aunque ya llegaremos a ese post.

Si la primera semana fue la semana de descubrir y aceptar, esta era la de seguir haciéndolo. Era hora de probar la alta velocidad taiwanesa subiendo a la bala blanca y naranja que voló por la costa oeste de la isla durante 350 kilómetros hasta llegar a Kaohsiung.

Kaohsiung era una parada necesaria en la ruta por la isla, tan necesaria como recorrer su lago de loto para no perderse nada de la maravillosa arquitectura que había allí acumulada en 72 metros de estatua taoísta, en los Pabellones de Primavera y Otoño y en las impresionantes Pagodas del Tigre y el Dragón que se llevaron el calor de mi piel con sólo aparecer ahí tan imponentes. Eran más bonitas aún que en las fotos, vaya espectáculo. La pasarela en zigzag sobre el lago, ese tigre y ese dragón tan rematadamente bien hechos eran difíciles de dejar de mirar. Había que entrar por la boca del dragón, salir por la del tigre. Ese era el orden si no querías tener mala suerte el resto de tu vida. Con la suerte y fuerza que iba a necesitar para la semana siguiente mejor era salir por la boca del tigre…

En mi lista mental estaba prohibido irse de esta ciudad sin coger el metro para hacer una parada obligatoria en una de las estaciones más bonitas que he visto, Formosa Boulevard station, eso sí que era un espectáculo visual. Creo que no hay cámara que capte lo suficientemente bien la sensación de estar bajo ese techo de cristal que hipnotizaba, ojalá se hubiese hecho de noche ahí abajo para dormir viendo ese cielo colorido.

Gracias a que las horas hicieron el favor de estirarse un poco más, dio tiempo a visitar el Templo de Confucio y a cruzar en ferry a la isla de Cijin para ver el Faro de Kaohsiung y el Fuerte de Cihou, tres cosas más que se pudieron tachar de mi lista.

Andando de un sitio a otro se acabó el tiempo para Kaohsiung, lo siguiente era coger un bus para llegar a las playas de Kenting. Eso sí, me iba más que contenta y más que preparada para todo lo que venía… ¡Con un ventilador de mano!

*Foto propia. (Photo by © Halfasianpía)

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