Beber perlas negras

Beber perlas negras

Voy a hacer un alto en los pensamientos. Hoy es domingo, día de hacerse cosas ricas de comer. No había mejor día de la semana para inaugurar esta nueva categoría a la que tanto le pegan los domingos. Sí, hoy toca empezar a hablar de gastronomía local.

Ayer hablé de un imprescindible de Taiwán, algo de lo que los taiwaneses están verdaderamente orgullosos y sin lo que la isla pierde parte de su color: el famoso bubble tea o zhēnzhū nǎichá 珍珠奶茶.

Aunque esta bebida ya se ha hecho muy viajera y ha acabado aterrizando en muchas ciudades del mundo, la loca idea de hacerte masticar algo mientras bebes nació allí. Juntar té, leche, endulzante y bolitas negras de tapioca en un mismo vaso fue la bombillita que un día se encendió en la cabeza de alguien.

La verdad es que con ese calor que no había quien lo parara, era casi imposible escapar al nuevo hábito que venía para quedarse: acabar con uno de esos vasos tan fotogénicos en la mano.

«Bueno, ya no puedo aguantar más este calor, necesito algo que me congele un poco las ideas.» Lo que yo aún no sabía es que desde el bubble tea más purista hasta el más creativo, hay tantísimas opciones que se vuelve muy difícil decidir qué beber.

Hice cola para empezar a sentirme más local y menos acalorada y mientras intentaba leer lo más rápido que podía las decenas de opciones disponibles me tocó pedir. Con varias posibilidades de bebidas en mi cabeza, tuve que decantarme por una. «Cualquiera está bien, ya habrá tiempo de probar otras.»

«Hola, ¿caliente o frío?» «Frío, frío, por supuesto, que me derrito». «¿Cuánto azúcar quieres? ¿Cuánto hielo? ¿Qué tamaño de vaso?»

«Ah, que no he terminado de elegir…» Con lo que ya me había costado decidir la bebida, la cosa no se pensaba quedar ahí. Pedir un té nunca me había consumido tantos recursos cognitivos.

Sí, tenía que decidir qué nivel de azúcar quería, de entre cinco. Parece ser que decir poco, medio o mucho era demasiado reduccionista y claro, nos faltaban las opciones intermedias: el poco, pero no tan poco y el mucho, pero sin pasarse. Igual pasó con el hielo, otros cinco niveles para elegir y quedarse bien a gusto. ¿Qué locura era esta?

Pero lo confieso, en realidad me encantaba lo considerada que era la idea: es tu bebida, tú la eliges. Tú eliges todo. Pero claro, quizás esto habría sido mejor idea para cuando el calor húmedo no estuviera terminando de rematar mis últimas neuronas encargadas de decidir cuánto azúcar y cuánto hielo quería.

Estaba a dos decisiones de mi vaso: poco azúcar, al 25%. Poco hielo, sin pasarnos. ¡Fin! Me había ganado mi vaso con pajita gorda para jugar un rato a pescar bolitas de tapioca del fondo, perfecto para distraerme de la humedad. Diez minutos para dejar de sudar y para masticar bolitas QQ chiclosas de tapioca. Sí, has leído bien, no es una errata ni me he quedado dormida sobre el teclado. QQ es como llaman los taiwaneses a esta textura tan… Tan de la tapioca.

¿Qué quieres masticar? ¿Tapioca, trozos de fruta, gelatinas o judías rojas? Todo vale. ¿Qué quieres beber? ¿Té negro, té verde, té rojo, té blanco, cualquier otro? Todo vale también. ¿Te apetece jugar más? ¿Con leche, caramelo, jugo de frutas? Pues… Efectivamente, todo vale otra vez.

¿No es la bebida perfecta para divertirse un rato?

*A mi también me encantan las fotos de hoy, pero estas no son mías. (Photo by © Jason Leung)

Back to Top