Después del polémico tofu apestoso, stinky tofu o chòu dòufu 臭豆腐, este domingo llega el famoso pídàn 皮蛋 o huevo centenario.
Para gustos, colores, pero también paladares y hasta aperturas mentales. Me encanta que hoy haya decidido hablar de este huevo, no sólo porque a mí personalmente me gusta mucho, sino porque es raro, es el patito feo de los huevos y aunque hasta le han reservado un sitio en el Disgusting Food Museum, aquí he decidido hacerle hueco para que esté a salvo de prejuicios por su apariencia.
¡Pasa y desafía a tu audiencia de hoy, huevito, que este es un espacio prejudice-free!
No voy a negar lo evidente porque lo abres y huele fuerte a amoniaco, eso es algo que no se puede ocultar. Pero oye, ¿no le pasaba lo mismo al tofu apestoso? Hoy te toca quedarte en el banquillo, olfato, tu opinión queda vetada para dejar a los otros sentidos opinar sobre nuestro invitado de hoy.
Este tipo de huevo tan majín pero con aspecto algo turbio, que normalmente es de pato, pero también puede ser de gallina, ganso o codorniz, es muy apreciado por tierras asiáticas y considerado como una delicia más de su cultura gastronómica.
De hecho, aunque no sólo se come en Taiwán, existe un plato que adoran y que se come muy frecuentemente como entrante, que combina el tofu y este huevo centenario añadiendo unas escamas de katsuobushi, aceite de sésamo, salsa de soja y un poco de cebolleta recién picada por encima. El nombre del plato en cuestión no tiene ningún tipo de misterio, se llama pídàn dòufu 皮蛋豆腐: la combinación de los nombres de los dos ingredientes protagonistas.
Volviendo al huevo, aunque se le llama centenario o incluso a veces también milenario, tenemos suerte de poder probar su textura y sabor sin tener que esperar toda una vida o vida y media. Basta con que esté algunos meses preservado bajo una mezcla de cal viva, sal y ceniza y cubierto con paja de arroz hasta que lo que era un huevo ordinario se convierta en una clara oscura, translúcida y gelatinosa y en una yema negra con tonos verdosos.
Hay que acostumbrarse a su sabor y su textura y dejar atrás el miedo a probar lo desconocido, porque merece una oportunidad. Recordemos que el patito feo sólo era feo porque al pobre le discriminaban injustamente por su aspecto.
El pídàn 皮蛋 no es un huevo normativo pero… ¿Quién dice que eso sea un aspecto negativo? ♥
*A mi también me encanta la foto de hoy, pero esta no es mía. (Photo by © Maggie Zhu)