Mi plato de tofu favorito

Mi plato de tofu favorito

El domingo comilón está de vuelta. ¿Y a quién he invitado para el post de hoy?

Hoy me ha apetecido traer de vuelta a mi querido tofu. Esta vez vuelve en forma de uno de mis platos favoritos. Un plato que, aunque lo descubrí en Taipei, es originario de Sichuan. Hagamos hueco para el plato icónico que ha venido a vernos hoy, un plato fundamental en la gastronomía de la provincia más picante de toda China: Mápó dòufu 麻婆豆腐

En el post de ¿Y si Taiwán fuese un olor? ya dije que a pesar de su fama de insípido, yo soy muy fan del tofu, ese bloque blanquito y aparentemente sosaina.

No sé por qué me gusta tanto el tofu, pero me gusta, me gusta mucho. Quizás es porque nuestra relación viene de largo, viene de muchos años atrás y se ha convertido en una relación más emocional que culinaria, o quizás tiene el cincuenta por ciento de cada cosa.

No recuerdo cuándo nos vimos por primera vez, pero sé que desde muy pequeña siempre ha estado presente en mi vida. La cocina era nuestro sitio, ahí nos vimos muchas veces, en muchas comidas y en muchas cenas en casa. Mi padre fue quien me hizo conocerlo desde bien pequeña y aún recuerdo lo rara y graciosa que me parecía su forma y su textura aquellas primeras veces que lo vi sobre la tabla de cortar, justo antes de que un cuchillo de hoja ancha lo convirtiera en pequeños cubitos blancos.

Hoy quiero hablar de este plato tan típico de la cocina china que me encanta, y que, por más que coma, no me canso de él. Es un plato que no defrauda, sencillo pero intenso, dos adjetivos que en este plato pueden usarse juntos sin que suene demasiado incoherente.

Hay un par de ingredientes sin los que este plato dejaría de ser Mapo tofu, y es que, no sólo son el corazón de este plato, sino de toda la cocina sichuanesa.

Estoy hablando de dos ingredientes que, desde que volví de Taiwán, ya siempre tienen su sitio en mi cocina: la pimienta de Sichuan huājiāo 花椒 y la imprescindible dòubàn jiàng 豆瓣酱, el alma de la cocina de Sichuan: una pasta hecha a base de habas de soja fermentadas y chiles.

¿Lo he dicho ya? Me encanta este plato. Me encanta no sólo por su ingrediente principal y por cómo se integra en ese picante aromático único, sino porque es exactamente ese tipo de plato reconfortante para el que no necesitas nada más que un bol de arroz caliente y un par de palillos para que te haga sentir tan a gusto como en casa.

En Taipei lo comí mucho, lo comí en los rè chǎo, y lo comí en aquél restaurante sichuanés que nos recomendó mi nueva profesora del segundo semestre de clases y sobre la que, muy pronto me veréis escribir.

Mientras esperamos al siguiente post… ¡Larga vida al tofu! 🙂

*A mi también me encanta la foto de hoy, pero esta no es mía.

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